¿Cómo está nuestra salud emocional?

16 de abril de 2025

Todos sabemos que no hay mejor inversión que invertir en la salud de uno mismo. Cuidar la salud de los empleados ha cobrado aún más fuerza tras el paso de covid-19 y las organizaciones tienen que estar preparadas.
“Sin salud no hay vida, por tanto, la organización se muere”

Ahora más que nunca es vital cuidar todos los aspectos que tienen que ver con la atracción y retención del mejor talento. En muchas organizaciones, ya forman parte de su ADN, no obstante, hay que seguir trabajando en esto y concienciar en la importancia de invertir en estos aspectos si queremos fortalecer las organizaciones.


Flexibilidad en los horarios de trabajo para poder conciliar, teletrabajo de calidad, remuneraciones “a la carta”, fomentar un ambiente de trabajo motivador y sano, son algunas de ellas, posibles y fáciles de implantar. Sabemos con convicción que un empleado que se siente cuidado, satisfecho y feliz, es un empleado eficiente y productivo, tal que todo esfuerzo o inversión realizada para mejorar, provocará, con toda probabilidad, un beneficio mutuo entre organización y empleados.

Después de estos meses donde hemos estado en “modo supervivencia”, ahora toca movernos, pasar a la acción, a “modo crecimiento”. La mentalidad positiva es la mejor opción para seguir desarrollándonos y gozar de una buena salud emocional.


Pero, ¿Cómo está nuestra salud emocional?

Los profesionales de Recursos Humanos, tenemos un verdadero reto por delante, ¿difícil? sí, pero vital y apasionante a la vez. Retener el talento en esta nueva era profesional, es clave para que las organizaciones sigan vivas. Hoy, tenemos que escuchar a todos los trabajadores; compañeros, colegas y jefes, en definitiva, a las PERSONAS que forman la organización. En este momento, muchas de estas personas se encuentran “tocadas” emocionalmente hablando, y no saben muy bien cómo enfrentarse a esta nueva realidad. Escucharlos y que se sientan acompañados, marcará la diferencia.

Por mi experiencia profesional, las emociones no expresadas nunca mueren, son «enterradas vivas». El problema, es que tarde o temprano salen, pero salen reforzadas en su peor versión. Ahora, más que nunca, las organizaciones tienen que invertir en medios y programas para velar por la salud emocional de sus empleados.


“Sin salud no hay vida, por tanto, la organización se muere”.